¿Es posible que en algún momento no se necesite tener seguro de vida?

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Muchas personas comienzan a pensar sobre la necesidad de mantener la cobertura de seguro de vida una vez que sus hijos se hacen mayores de edad o salen de la casa de los padres para ir a la universidad, o cuando deciden independizarse. Generalmente, la duda surge porque sienten que ya sus dependientes no son tan “dependientes” de sus ingresos en caso de que ellos falten y muy posiblemente quieren reducir sus compromisos financieros.

La duda es comprensible. El seguro de vida se considera necesario cuando se tiene que sostener a la familia y por lo general esto significa cónyuge e hijos. No está de más revisar otras razones por las cuales puede necesitar conservar la cobertura cuando los hijos dejan de depender de los padres, ya que estos podrían no ser los únicos dependientes financieramente hablando.

Las familias vienen en todos los tamaños. No es raro ver varias generaciones bajo un mismo techo, en especial entre los hogares hispanos quienes disfrutan de la presencia de los abuelos muy frecuentemente como parte integral de la misma. En situaciones en las que el sostén del núcleo familiar es la segunda generación, no es raro que aunque los chicos ya estén fuera de casa, las responsabilidades económicas sigan intactas para quienes producen los ingresos de la familia y por tanto la necesidad de mantener un seguro de vida a su nombre.

Pero esta no es la única razón por la cual pudiera ser imprescindible que usted conservara su seguro de vida vigente inclusive después de que sus hijos sean mayores. Es posible que algunas de estas otras situaciones también aplique en su caso:

  • El fruto de un seguro de vida pudiera ayudar a su familia a terminar “el trabajo” de financiar la carrera de sus hijos y evitar que estos abandonen sus estudios si se vieran en la necesidad de tomar el puesto de proveedores del hogar. Tristemente es común que en el momento del fallecimiento de un padre (o madre) el chico estudiante abandone, aunque sea temporalmente, sus estudios para hacer frente al vacío financiero en la familia.
  • Un seguro de vida puede proveer de fondos necesarios para sustentar otros dependientes de la familia como serían abuelos o familiares discapacitados, además del cónyuge sobreviviente.
  • Disponer de los beneficios de un seguro de vida puede suplir de fondos necesarios para el cónyuge durante el período que se conoce como el “blackout period” del Seguro Social. Este período de tiempo es el comprendido entre el momento en el que el más joven de los hijos cumple los 18 años y la viuda (o viudo) alcanza la edad en la que puede solicitar los beneficios de retiro del Seguro Social propios o de viudez del cónyuge—muchas veces hasta los 60 años que es la edad mínima elegible—ya que en ese intermedio de tiempo el Seguro Social no provee de ningún beneficio. La situación financiera de la persona sobreviviente pudiera llegar a ser muy difícil, al punto que las estadísticas indican que un 20% de las mujeres viudas entre 51 y 64 años viven en la pobreza.
  • Poseer seguro de vida pudiera dar una mejor calidad de vida al cónyuge sobreviviente, ya sea porque no necesita depender únicamente de los ingresos de jubilación del Seguro Social o porque complementa la pérdida de parte de estos como sucede con la muerte de uno de los esposos.
  • En ocasiones cuando el fallecimiento de la persona proveedora de los ingresos de la familia ocurre mientras esta está activa laboralmente, el cónyuge sobreviviente pudiera obtener una pensión de jubilación cuando adquiera la edad adecuada, pero dicha pensión pudiera ser mucho menor que si la persona se hubiera retirado antes de morir. Los beneficios de un seguro de vida pueden servir para compensar por pensiones reducidas.
  • Al igual que una muerte anticipada puede causar una pensión del Seguro Social menor, es muy posible que también trunque los esfuerzos de la familia de ahorrar para contar con recursos adicionales, como serían aportes a una cuenta de 401k o una cuenta IRA. Los beneficios de un seguro de vida pudieran servir para proveer fondos para inversión en una futura jubilación.
  • Un seguro de vida también puede sustituir los ingresos ordinarios de la familia en particular. Hoy día es común ver familias donde ambos esposos trabajan y proveen dos sueldos, pero lo normal es que estas tengan compromisos para ambos sueldos y de no existir los dos, se crearía un vacío financiero.
  • Un uso muy útil de los beneficios de un seguro de vida es para enfrentar los gastos inevitables de funeral y entierro y gastos médicos finales, así como gastos de transferencia de bienes, administración o pagos de impuestos sobre herencias.
  • El evento de la muerte del proveedor principal de una familia es más que la pérdida de ingresos cotidianos de la familia, en muchos casos significa la pérdida de crédito o de los fondos de emergencia de la familia. Los ingresos de un seguro de vida pueden servir para suplir un fondo de emergencia exhausto, o evitar que la familia entre en deudas, o elimine la existencia de estas.
  • En el caso de una pareja retirada, los beneficios de un seguro de vida pueden suplir los ingresos que la pareja dejará de percibir por la muerte de uno de los cónyuges, que por lo general significa una reducción del 33% del monto de la pensión que entre los dos podrían recibir.

 

Por último, pero no por eso menos importante, en muchas familias mantener la cobertura de un seguro de vida puede significar la oportunidad de pasar un legado de una generación a otra. Es posible que usted que ha trabajado tan arduamente por obtener los frutos que hoy posee, desee que sus hijos o sus nietos disfruten de esa suerte también y querrá que lo que usted no llegue a usar, sea para ellos.

Poner una porción de su herencia en la forma de un seguro de vida puede ser mucho más sencillo que dejar grandes cantidades de bienes, muebles o inmuebles, que para repartirlos necesitarán venderlos y su familia puede no llegar a disfrutar de lo que usted quiso dejarles de legado.

Del mismo modo, para quienes así lo deseen, un seguro de vida puede ser una manera sencilla de aportar contribuciones filantrópicas a una causa que sea de su interés, como sería dejar parte de sus beneficios del seguro a una organización benéfica, a su iglesia, templo o a una causa caritativa de su preferencia.

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